viernes, 17 de junio de 2011

Fortaleza musulmana de Makjada Al-Balat, en Romangordo


Arriba: destacando sobre las ruinas de la fortaleza, los restos de dos torres vigías permanecen aún en pie, recordando al viajero la majestuosidad de la ciudadela en tiempos mejores.

Que la Edad Media en Europa fue una etapa bélica en general, y en la Península Ibérica en particular, es un hecho indudable. Luchas y guerras que acompañan a la raza humana en estos siglos de luces y sombras y que protagonizan los episodios más destacados no sólo de entonces sino a lo largo de toda su historia. Luchas entre reinos, entre vecinos e incluso entre hermanos que desean imponer su ley o someter al otro cuando la razón, o sin llegar a apelar a ella, no logra triunfar en el tablero de juego.

La Edad Media de la Península Ibérica destacará por un cambio en el transcurso de la historia ocasionado tras una batalla cuya repercusión durará más de siete siglos y que marcará todo el devenir del medievo hispano. Es en el año 711 cuando una nueva religión surgida en la Península Arábiga llega hasta las puertas del Reino Visigodo de Toledo, con más deseos de conquista que de enseñar la nueva fe. Con la batalla de Guadalete no sólo cae el rey Don Rodrigo, sino todo su reino y una etapa histórica que será relevada por las Españas musulmana y de los reinos cristianos, cuyas relaciones se basarán principalmente y desde entonces en una serie de cruentas batallas bajo el lema cristiano de la Reconquista, nombre dado a sus supuestas intenciones morales de recuperar las tierras que un día perdieron sus antepasados, pero que encierran más que nada razones políticas y el odio hacia otra cultura cuyo final no llegará definitivamente hasta 1.492, época en la que el medievo de estas tierras está tocando su fin  y que supone el último capítulo de la presencia del Islam en esta parte de Europa.



Arriba: vista general de la muralla sur de Makjada Al-Balat, opuesta al cauce del río Tajo y con los torreones vigías como fondo.

Tras la conquista musulmana de la Península Ibérica, y la posterior creación de los reinos cristianos al Norte de la misma, una franja despoblada se marcará en el mapa entre los ríos Duero y Tajo durante los primeros siglos del medievo, dibujándose un territorio donde las disputas entre ambos frentes son frecuentes, con más ansias de botín y saqueo entre ambas facciones que de conquista. Es por esta razón por la cual en el siglo X y durante el reinado del califa cordobés Abderramán III, se decide proteger la orilla izquierda del río Tajo, aprovechándose uno de los escasos vados que existen a lo largo de la vega de este torrente para levantar allí, sobre una explanada que domina el cauce y donde al parecer ya hubo asentamientos anteriores, una ciudadela fortificada que recibirá el nombre de Makjada Al-Balat o Medina Al-Balat, cuyo topónimo traducido por "camino empedrado" aludiría a la antigua vía romana que unía Emérita Augusta con Toletum, trazada junto a la nueva ciudad y que permitiría a ésta comunicarse con la Mérida musulmana, capital de la Cora de su mismo nombre y a la que pertenecía, provincia del califato andalusí precedente del posterior reino taifa de Badajoz.



Arriba: detalle de los restos de uno de los lienzos de la muralla sur, donde se puede apreciar el material de construcción del muro defensivo.
Abajo: vista general del lado oeste de la fortaleza de Al-Balat, conservándose restos de una de las torres o cubo defensivo de la muralla, tapado actualmente por un árbol, a la derecha de la imagen.



La época de esplendor de la ciudadela de Al-Balat tendrá lugar entre los siglos X y XI, cuando tras el desmoronamiento del califato cordobés surjan los reinos taifas, y Makjada Al-Balat se convierta en la capital de una nueva Cora dentro del reino de Badajoz, cuyos dominios abarcarán desde Gredos hasta la ciudad de Medellín, territorios del Este de la actual región de Extremadura. Es también en esta época cuando se escriben los capítulos más relevantes de su historia, al pasar continuamente de manos musulmanas a cristianas, frontera entre dos culturas que con el paso de los años se iba asentando más al Sur, según progresaban los reinos cristianos y sus deseos de ampliar el territorio, así como disminuía el poder islámico en la Península y era dinamitado por sus tensiones y luchas internas. Alfonso VI de León la reconquistará por primera vez en 1.084, recuperándose treinta años después por los musulmanes bajo las órdenes de los almorávides. Nuevamente será hecha cristiana en época de Alfonso VII (1.144), donándola Alfonso VIII en 1.195 a la Orden Militar de los Hermanos de Trujillo, poco antes de perderla ante los almohades, a los que se la arrebataría definitivamente después, ya en el siglo XIII.



Arriba: imagen de la esquina noroeste de la fortaleza, cercana al actual cauce del río Tajo.
Abajo: restos de lienzo de muralla en el frente norte, mejor conservados que los demás por la mejor calidad de los materiales utilizados en su fábrica, orientada hacia las tierras enemigas.



Caída la ciudadela, abandonada por sus habitantes musulmanes y movida de una frontera que se desplaza hacia el Sur, la fortaleza de Al-Balat pierde su importancia estratégica y, con ello, su razón de existir. Relegada a una sencilla villa que apenas se mantendrá hasta el final del medievo, los repobladores cristianos fundarán aldeas  y alquerías alrededor que poco a poco ganarán importancia frente a ésta. Sin embargo, sí tomaran el nombre de la antigua ciudad para organizarse, creándose en época de Fernando III el Santo (siglo XIII) la denominada Campana de Albalat, una especie de concejo único bajo el que se asociaban los distintos municipios de la zona y al que pertenecía Romangordo, localidad en cuyo término se ubican actualmente las ruinas de la fortaleza. Tras la visita en 1.339 por Alfonso XI a la villa de Albalat, no se tendrán más noticias de ésta en los siglos sucesivos, despoblándose poco a poco y desapareciendo. Sólo algunas casas aisladas y ventas surgirán alternativamente después, alojando a los viajeros que tomaban la antigua ruta Madrid-Lisboa y que aún hoy en día junto a ésta discurre, relegada a un segundo plano desde la aparición de la Autovía A-5.


Arriba: aspecto que presenta el muro norte de la ciudadela, donde se conservan restos de uno de los torreones de la fortaleza.
Abajo: detalle de mencionada torre de vigilancia, levantada a los pies del río Tajo.


Tras el definitivo abandono de la ciudadela, su enclave se convertirá en cantera para el resto de municipios. Se conservarán solamente algunos tramos de la muralla original, construida a base de tapial fabricado a base de cantos y piedras argamasados con barro, paja y cal. De estructura rectangular, su lado norte ofrece una mejor calidad en los restos de sus muros al usarse en ellos mampostería, sabia decisión al ser éstos los que miraban hacia las tropas enemigas, asentadas en la otra orilla del Tajo, que por allí baña los terrenos de la fortaleza. Los muros del Este, por otro lado, quedaron totalmente destruidos a finales del siglo XX durante la construcción de la Autovía del Suroeste, al instalarse allí un taller de montaje de armazones. Dentro del recinto se conservan los restos de dos torreones vigías levantados junto al muro sur, edificaciones destacadas dentro de las ruinas del conjunto y apenas separados entre ellos, salvaguardando la memoria del lugar y recordando la majestuosidad que debió tener la obra siglos atrás.

En 2.001 y debido a la bajada del nivel del Tajo por la apertura de las compuertas del embalse de Torrejón, la necrópolis musulmana de la ciudad, fuera de sus murallas y al Norte de la misma, quedó momentáneamente al descubierto. Desde entonces varias excavaciones han tenido lugar en la zona, descubriéndose restos del hamman y de otros edificios propios de las ciudades musulmanas medievales, haciendo de Makjada Al-Balat un yacimiento único para el estudio de esta época de nuestra historia y del pasado de nuestra región.



Arriba: vista general del torreón vigía oriental, conservándose de él una mayor altura y proporciones.
Abajo: imagen donde podemos observar ambos torreones, con el occidental en primer término, macizo en su base y con fábrica de tapial propiamente musulmana.


Cómo llegar:

Ubicada antiguamente la fortaleza junto a la calzada romana que unía Mérida con Toledo, la antigua ruta Madrid-Lisboa conservó mencionado trazado,  aprovechándose además la infraestructura del Puente de Albalat o Almaraz, que cercano al yacimiento sigue en uso desde su construcción en el siglo XVI, para la consolidación de la carretera nacional N-V. El yacimiento se ubica en el kilómetro 203 de mencionada vía, punto al que podremos acceder si desde la Autovía del Suroeste, en sentido Madrid, tomamos la salida nº 207. Un motel-restaurante abandonado, con el nombre de Moya, persiste en mencionado kilómetro, donde podremos aparcar para bajar andando por los restos de la antigua carretera nacional, que quedaron sin uso tras la construcción del embalse de Torrejón, y que se acercan a la fortaleza, discurriendo junto a los muros del Sur de la misma. Su acceso es libre.



Arriba: vista general del enclave, junto al río Tajo, que podemos observar desde el torreón vigía oriental que se conserva al sur del mismo; destacan los lienzos de la muralla norte, así como el resultado de algunas de las excavaciones, tapadas en tiempo de descanso, en el centro del yacimiento.

5 comentarios:

  1. Muy completa e interesante la información, como siempre, claro. Desconocía la existencia de esa fortaleza. Como dato curioso comentar que en la comarca de Montanchez también existe un pueblo llamado Albalá, a varios km. de la Vía de la Plata. Seguramente un ramal de esta vía pasaría por allí.

    Y una pregunta, ¿crees que el nombre de Vía de la Plata procede del término Albalata? He leido eso en algún sitio por que parece ser que realmente no circuló por dicha vía mucha plata.


    Saludos y hasta pronto, Samuel

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  2. Hola Jesús! Como siempre, es un placer saber que te ha gustado la entrada, y encontrarme un comentario tuyo por aquí. Efectivamente existe el pueblo con ese nombre que indicas, y que hasta no hace muchos años llevaba como coletilla "del Caudillo". Desconozco el origen del topónimo del lugar, pero intentaré leer sobre el tema.
    En cuanto al nombre de la Vía de la Plata, efectivamente proviene de su nombre árabe y no tiene relación real con este elemento químico. Los musulmanes, como ya hicieran con otras cosas, sencillamente lo describieron (como ya hicieron con Al-Kantara, o "el puente"), llamándolo al-Balat, igual que la fortificación, que significa camino enlosado o empedrado. Su derivación al castellano dio lugar a Blata, y de ahí a Plata.
    Espero haberte sido de ayuda.
    Un saludo!
    Samuel

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  3. Por supuesto que si, Samuel. Es muy interesante el tema de la toponimia árabe.

    Gracias por las explicaciones y hasta pronto.

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  4. ¡Hola!
    Acabo de encontrar esta entrada por casualidad y me ha resultado interesante que haya gente que se preocupe por Albalat.
    Formo parte del grupo de arqueólogos que actualmente está trabajando en el yacimiento y cuyas investigaciones ya han dado sus primeros frutos.
    Si quieren podemos estar en contacto. Ahora me pongo como anónimo porque todavía no tengo cuenta, pero si están interesados me hago una y seguimos en contacto, que a nosotros nos interesa que se difunda y conozca Albalat y todo lo que se hace allí.

    Un saludo!!!

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  5. Hola Anónimo! Encantado de conocerte, y muy agradecido no sólo por dejar tu comentario, sino por ofrecerme el estar en contacto con vosotros. Por supuesto que me resulta interesante puesto que, aunque no tenga estudios avalados sobre historia y arte, soy un apasionado de los mismos, así como de la arqueología, como se puede ver por el blog. Puedes registrarte si quieres y crear una cuenta, pero también podemos estar en contacto si te parece más fácil a través del e-mail. En mis datos personales publiqué una dirección que tengo para temas relacionados con el blog, y que te dejo también aquí: caminosdecultura@gmail.com
    Un saludo!

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