miércoles, 2 de febrero de 2011

Vestigios visigodos en el casco histórico de Badajoz


Arriba: presuntos fustes visigodos reutilizados en las antiguas Casas Consistoriales de la Plaza Alta de Badajoz.

Cuenta Aben Adari en sus antiguas crónicas sobre Al-Andalus, escritas en el siglo XIII, que cuando Ibn Marwan recibe permiso del emir de Córdoba para que fundase la ciudad de Batalyaws, germen de la actual Badajoz, éste se asienta en la zona del Cerro de la Muela "(...) el cual era entonces una aldea". Si tomamos en consideración estas crónicas, así como la abundancia de vestigios visigodos hallados en la Alcazaba pacense y alrededores de la misma, parece más que seguro que la fundación en el siglo IX de la ciudad se realizó en un territorio que ya conocía una presencia humana estable y que, según la datación de los restos hallados, podría remontarse a los siglos V al VIII, época de ocupación y reinado visigodo en la Península Ibérica.



 Arriba: soportal de las Casas Mudéjares de la Plaza de San José, mostrando varios capiteles visigodos.

Aunque la llegada de los pueblos bárbaros a Hispania llegó con los alanos y los vándalos, fueron los suevos y los visigodos quienes definitivamente se quedaron en el territorio, los primeros en la zona de la actual Galicia, y los segundos en el resto de las desaparecidas provincias romanas. Más tarde, tras los reinados de Leovigildo en el siglo VI, y de Suintila en el VII, la ocupación visigoda en la Península era total, estableciendo su capital en Toledo, y siendo Emérita uno de sus núcleos de población más importantes. Justamente una de las teorías que intenta explicar la abundancia de restos visigodos en Badajoz inclina a pensar que podrían haberse trasladado por los fundadores musulmanes desde Mérida. Sin embargo, la gran abundancia y diversidad de los mismos, frente a la escasez o casi nulidad de restos arqueológicos de épocas precedentes, hace tambalear dicha hipótesis, orientándose los historiadores más hacia la idea de una presencia visigoda estable en la zona.


Arriba: cimacio decorado de origen visigodo, reutilizado en uno de los soportales de la Plaza Alta.

A excepción de la crónica mencionada de Aben Adari, que nos menciona el asentamiento como una aldea, ningún documento nos describe la presunta ocupación visigoda previa a la fundación de Badajoz. Desconocemos la entidad del núcleo, así como los orígenes, dimensiones o población. Sí disponemos de fuentes que nos hablan de una Batalyos visigoda en la zona, así como de una Basgati o Basgatia, e igualmente está localizada una necrópolis del siglo VII, descubierta junto a los restos del Fuerte de la Picuriña, donde catorce enterramientos, uno de ellos colectivo, nos verifica la presencia visigoda en estas tierras. Los restos materiales, por su parte, ricos en elementos decorativos, nos llevan a pensar en la presencia de templos o edificios de carácter civil. Con cerca del medio centenar de elementos rescatados, estaríamos ante una de las colecciones de arte visigodo más importantes de la Península, barajándose así la idea de un núcleo de población de carácter secundario. Varios de estos elementos se conservan hoy en día en el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz, localizado en el Palacio de los Duques de la Roca, dentro de la Alcazaba. Otros muchos, entre los que destacan cimacios, capiteles, pilastras o fustes, fueron reutilizados en épocas posteriores, apreciándose como decoración de edificios, o engullidos en los mismos como parte de su arquitectura. Un paseo por el antiguo Badajoz, por su Plazas Alta y de San José, por los jardines de la Galera o por la Alcazaba,  nos permitirá redescubrir estos elementos rescatados del olvido, que nos hablan de un pasado casi desconocido, y que  sin embargo nos lleva mirando desde siglos atrás hasta nuestro presente.


 Arriba: aspecto de la Sala de arte visigodo del Museo Arqueológico Provincial de Badajoz, donde se observan varios elementos visigodos recuperados de la Alcazaba, entre los que se encuentran pilastras y columnas profusamente decoradas.

Cómo llegar:

El casco histórico de Badajoz, nacido en el Cerro de la Muela y extendido principalmente entre la falda meridional de esta colina y el margen izquierdo del río Guadiana, conserva múltiples vestigios visigodos entre sus calles y edificios, localizándose básicamente en la Alcazaba y sus alrededores. Podemos marcar tres puntos en la zona alrededor de los cuales se ubican los restos. Estos núcleos serían la Alcazaba, la Plaza Alta junto a la contigua de San José, y los jardines de la Galera.


 Arriba: torre defensiva de la Puerta del Capitel, en cuyas esquinas dos fustes presumiblemente visigodos decoran la arquitectura.
Abajo: vista del interior de la Puerta del Capitel, cuyos quicios se obtuvieron a raíz de una antigua pilastra decorada visigoda.


En la Alcazaba pacense los restos visigodos aparecen tanto como decoración de los muros de la misma, como reutilizados de manera práctica en la estructura de los muros y antiguos edificios. Dos de sus puertas principales, la del Capitel y la de Yelbes, escogieron para embellecimiento de sus esquinas sendos fustes marmóreos presumiblemente visigodos en la torre defensiva de la primera, así como una pilastra labrada a base de estrías verticales en la segunda, reforzando en ambos casos las aristas de las esquinas. Labrados están también los quicios de la Puerta del Capitel, conservados en su ubicación original y obtenidos partiendo de una antigua pilastra visigoda decorada con motivos vegetales. Ya en el interior del recinto, diversos fustes marmóreos de similares características y proporciones aparecen por doquier, reutilizados o abandonados entre edificos actuales y restos de antiguas dependencias. Aunque por la falta de decoración y debido a su simpleza pudiera dudarse de su origen, su datación anterior a la llegada de los musulmanes permite presumirlos como visigodos, engarzándolos con la lista de elementos encontrados y reutilizados en la colina. Varios de estos fustes permanecen en pie en lo que fue la iglesia de Santa María de Calatrava, junto al Pabellón de Autopsias del antiguo Hospital Militar. Otras porciones de los mismos aparecen en las traseras del Palacio de los Duques de la Roca, actual Museo Arqueológico Provincial, sirviendo como lindes de los jardines de la zona.


Arriba: pilastra estriada decorando y reforzando la esquina interna del recodo de la Puerta de Yelbes.
Abajo: cuatro fustes reutilizados aún en pie en lo que fue la desaparecida iglesia de Sta. María de Calatrava.



Saliendo de la Alcazaba, y en las populares Plazas Alta y de San José, diversos elementos visigodos persisten a lo largo de varios de los soportales de las mismas. Son unos quince fustes de presunto origen visigodo los que, reutilizados en siglos posteriores, sirven aún hoy como base de varios edificios, en muchos casos conjugados con otros vestigios preislámicos, como capiteles y cimacios. Así, en la Plaza de San José, tres fustes soportan exteriormente las conocidas como Casas Mudéjares. En los tres casos, diferentes capiteles complementan las columnas, apareciendo además un cimacio decorado sobre la tercera de ellas. El interior del edificio, abierto al público como oficina de turismo, nos muestra algunos elementos más, como es un interesante cimacio en una de las habitaciones bajas, con restos de decoración presumiblemente vegetal.


Arriba y abajo: los tres fustes de las Casas Mudéjares de la Plaza de San José, coronados con diversos capiteles, apreciándose también el cimacio decorado del tercero.


Abajo: cimacio decorado con posibles motivos vegetales, en el interior de la segunda casa mudéjar.



Junto al Arco del Peso, antiguo mirador de la ciudad que separa ambas plazas de San José y Alta, sendos soportales, a ambos lados del mismo en su zona meridional, presentan presuntos fustes visigodos reutilizados, dos en la Plaza de San José, uno de ellos engullido literalmente en el interior del pilar que sostiene la arquitectura del bloque, y un número doble en la plaza contigua, apareciendo entre estos últimos un capitel bellamente decorado a base de hojarasca, y dos cimacios con simbología geométrica. Un tercero, sobre una pilastra más reciente en la misma zona, muestra sencillos labrados vegetales. Frente a ellos, en los soportales de las antiguas Casas Consistoriales y del edificio anexo a su derecha, seis fustes, algunos de mármol rosado, persisten en su función de carga, conservándose además una basa marmórea en el último de ellos.



Arriba: detalle del capitel decorado a base de hojarasca que se conserva en los soportales del flanco meridional de la Plaza Alta de Badajoz.
Abajo: cimacio labrado con motivos geométricos, frente a las antiguas Casas Consistoriales.


Los jardines de la Galera, ubicados junto a la conocida como Torre de Espantaperros, símbolo de la ciudad de Badajoz, abiertos al público desde su remodelación en 2.007, guardan en su interior los últimos vestigios visigodos que podemos descubrir en las calles del Badajoz antiguo, encontrándose entre ellos los que posiblemente sean los más hermosos de todos los señalados en el recorrido. Además de un dúo de fustes, presumiblemente visigodos, que nos aguardan previos a la entrada del edificio de la Galera propiamente dicho, cuatro pilastras reutilizadas y bellamente decoradas enriquecen una zona de por sí ducha en historia. Así, tres de ellas las encontramos engarzadas en la llamada Torre de la Vieja, restos del antiguo amurallamiento medieval donde una sirve a su vez como dintel en la puerta de acceso a la estancia defensiva. La decoración de ésta quedó colocada hacia el interior de la portada, presentando un trenzado clásico complementado con motivos florales. Las otras dos pilastras de la torre, ubicadas en la esquina derecha del flanco donde se abre  la mencionada portada, muestran decoraciones vegetales diferentes, ondulada una y más geométrica la otra. Para terminar, una cuarta pilastra nos aguarda en el lugar. Sirviendo como jamba izquierda, mirando desde el exterior, de la antigua puerta de acceso a los jardines (procedente ésta del antiguo seminario de la Plaza de San Atón), su decoración a base de cruces nos sorprende gratamente. Un pedazo de historia envuelto en belleza que nos espera escondido en una ciudad que poco a poco descubre un pasado que posee y que desconocía.



Arriba: vista exterior de la conocida como Torre de la Vieja, en los jardines de la Galera, donde se puede apreciar la presencia de las tres pilastras marmóreas de origen visigodo.
Abajo: detalle del dintel de acceso a la torre, decorado con motivos florales enmarcados en un sencillo trenzado.


Abajo: detalles de las dos pilastras externas ubicadas en una de las esquinas de la Torre de la Vieja, labradas con cuidada decoración vegetal. 






Arriba: jamba izquierda (o derecha si miramos desde el interior de los jardines) de la antigua puerta de acceso al recinto, donde una pilastra decorada a base de cruces nos sorprende y nos hace más grata la visita al parque.
Abajo: lejos de la zona de la alcazaba, pero dentro del casco histórico de Badajoz, encontramos en la esquina de la calle Cristóbal Oudrid en su cruce con San Blas los restos de un presunto fuste visigodo de tipo tronco-piramidal. Al igual que otros fustes que se iban extrayendo de la alcazaba, muchos de ellos se fueron reutilizando con los años en diversas obras municipales, llegando en algunos casos a desaparecer. Otros, como en este caso, persisten con el tiempo, arropados por un creciente apoyo popular.



3 comentarios:

  1. Excelente post!!! Gracias, he aprendido muchas cosas que desconocía de mi ciudad!!!

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  2. Hola Gustavo! Gracias a ti por el comentario! Sabía que te gustaría. Un saludo y nos vemos pronto!

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  3. Trabajo de documentación excelente y que sirve para dar a conocer el rico patrimonio de Badajoz antes de que los árabes le dieran el esplendor ya conocido.Espero que algún día se consiga saber cómo se llamaba la ciudad o aldea que precedió a Badajoz y su historia.

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